La cajita de madera
En un día, algo soleado,
un niño en su patio jugaba,
jugaba a ser un gran carpintero,
jugaba, reía y soñaba.
Un día hizo una pequeña y singular cajita,
mal hecha, pues no le puso suficientes clavos,
enojado la botó y la hizo añicos,
y se quedó al suelo pateando y llorando.
Llegó junto al niño su abuelo,
recogió los trocitos de madera,
le dijo al enojado y lloroso niño
-quieres que te ayude o van a la hoguera-.
El niño le respondió –no me importa, haz lo que quieras-,
el abuelo, sentó amoroso al pequeño en sus piernas
le dijo al niño que no siempre sale bien a la primera,
que todos necesitamos de alguien, aunque no lo desea.
Cogió el abuelito los trocitos, clavos y pegamento,
uniéndolos con cariño y mucha paciencia,
hasta que la cajita fue tomando su forma,
y lucía muy bella, brillante y perfecta.
El niño le dio un besito y un abrazo a su abuelo,
le dijo que aprendió una muy buena lección,
que cuando necesite a alguien, pedirá ayuda,
no lo hará solo,
y que cuando trabaje, lo hará con todo su corazón.
Llevándose consigo la cajita de madera,
llevándose consigo una nueva lección,
que todos auxiliamos de alguna manera
y todo se hace bien cuando se hace con amor.
Pili González
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